Vigo,
V, de Victoria.
Hace mucho tiempo, casi en otra galaxia, fuimos campeones, en nuestro
segundo año en la competición, después de tantos años volvemos casi al
principio. Ha sido un camino lleno de emociones, malos y buenos días, de
compañerismo, de piques, de amistad, de muchos kilómetros, de podiums,
de varios subcampeonatos, de otros campeonatos, en definitiva, en parte
de mi vida. Y lo mejor de este campeonato es poder disfrutarlo con mi
familia y con toda la gente que nos aprecia y saben que los Montesinos
aprecian.
¡Pero vayamos al lío!
El fin de semana empezaba bien, no en muchas ocasiones puedes venir a
Vigo y no tener que echar un vistazo al cielo o mirar la predicción del
tiempo. Sol, sol y sol. Como viene siendo habitual la pista está en un
estado muy bueno, enseguida hay agarre. Los primeros tanques los
dedicamos a poner a punto el motor, bajando la cámara, comparando los
reglajes del año pasado y probando carrocerías en busca del mejor
compromiso en pista.
En esta primera jornada destacan Joaquín Signes, un buen punto de
referencia, y Víctor González. Detrás estábamos un buen grupo de
pilotos, a los habituales, se unían unos cuantos locales que daban
empuje para no dormirse en los laureles y buscar arañar más décimas.
Sábado, con media jornada más dedicada a entrenamientos controlados,
pudimos volcarnos en afinar reglajes y solventar algunas dudas. Después
del almuerzo comienza lo serio. Desde un principio solo hay un piloto en
pista, Víctor González, rápido y regular, nadie se acerca a él.
Analizando el comportamiento de su máquina en pista decidimos cambiar
los reglajes, en la cuarta manga ya estamos a su ritmo, al igual que
Carlos Peracho que era pole provisional. Todo se juega en medio segundo.
La definitiva manga iba a ser una lucha cuerpo a cuerpo, cuatro pilotos
marcábamos el ritmo, en la cuarta vuelta cuando liderabamos, 18.5,
18.5, 18.8, rocé el piano de la segunda curva después de la recta de
boxes, perdiendo el tren delantero, perdiendo cuatro segundos valiosos.
Decidí entrar en boxes y pensar ya en el domingo.
El domingo comenzó siendo una jornada extraña, las semis fueron una
criba importante, Carlos Peracho, Joaquín Signes y Víctor González se
quedaron fuera de la final. Nuestra semi no fue muy complicada, Alonso
estaba siendo el más rápido y problemas con el carburador le alejaron de
ganar la semi, aunque entró en la final. Era momento de controlar la
carrera y vigilar a los pilotos que iban a menos repostajes. Trabajo
hecho y pole para la final.
Llego la hora, mejor dicho los 45 minutos. En pista y en boxes la
táctica fue conservadora, pecamos en los reglajes, porque la máquina en
los pasos por curva era lenta y perezosa, lo que explica que la vuelta
rápida fuera medio segundo más lenta que en las semis. Los primeros
compases fueron de tirar y tirar, la presión local se hacía sentir,
sobretodo la de Adrián Santeiro, su alargada sombra mantenía una corta
distancia con mi alerón. Por detrás una mancha roja se acercaba, Nacho
López se acercaba irremediablemente, en pista poco pude hacer para
pararle los pies, en poco tiempo me adelanto. La rotura de Nacho López,
una cruz para él en todo el fin de semana, se convirtió en el punto de
inflexión para cambiar la estrategia a un punto más conservador, el
campeonato se ponía a tiro.
El buen trabajo en boxes, de todo el fin de semana, de muchos años se
puso en juego y como siempre dio sus frutos, de nuevo aupado al primer
puesto. Era tiempo de rodar, de ver como pasaban las vueltas, de esperar
el banderazo final, de apartar de la mente pensamiento de futuro y
recuerdos del pasado, lo importante era llegar a meta el primero.
Primero y primero del campeonato, no se puede pedir más. Agradecer la
pasión y el esfuerzo de Iñaki y de mis padres, también a toda la gente
que con su amistad demuestra que las carreras son más que competir.
¡Nos vemos en Carsol, un gran escenario para cerrar la temporada!
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